Durante los primeros compases de 2019 el crecimiento de la economía a nivel mundial ha continuado moderándose, arrastrado, entre otros motivos, por las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la incertidumbre que planea en torno al Brexit y la debilidad económica de la locomotora germana. En este sentido, la economía española no se ha podido mostrar del todo ajena a estas presiones, observándose en el primer semestre del año ciertas señales de estabilización, que han llevado a revisar a la baja las proyecciones de expansión por parte del FMI, hasta el 2,2% en 2019, y el 1,8% en 2020.

En aras de seguir estimulando la productividad ante las señales de ralentización económica, el BCE ha decidido reforzar su política monetaria ultra acomodaticia, retomando el programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés), revisando a la baja 10 puntos el tipo de interés aplicado a la facilidad de depósito, hasta situarlo en el -0,5%, al tiempo que, con el fin de mitigar el efecto negativo que tienen los bajos tipos de interés sobre la rentabilidad de las entidades, ha introducido un nuevo sistema de dos tramos para la remuneración negativa de la facilidad de depósito, que eximiría de penalización al tramo equivalente a seis veces las reservas mínimas de liquidez.

Hasta ahora los estímulos implementados por el BCE no se han terminado de materializar en la actividad crediticia hipotecaria, de manera que el incremento de la originación ha continuando siendo insuficiente para compensar la caída vegetativa del saldo del balance. En concreto a junio de 2019, la variación neta del saldo superó los -20.000 millones de euros, hasta situarse el saldo vivo hipotecario en 654.394 millones de euros . A su vez, el crédito hipotecario destinado a la adquisición de vivienda, que supone alrededor de un 70% del crédito total, registró una disminución interanual absoluta de casi 6.000 millones en el epígrafe de las entidades de depósito, situándose la variación en valores relativos en el -1,2%.

Respecto a los instrumentos de financiación, casi el 50% de la cartera hipotecaria estaría siendo financiada por títulos hipotecarios, de los cuales aproximadamente el 33% se correspondería con cédulas hipotecarias. A junio de 2019 el saldo vivo de los títulos hipotecarios, según datos de Banco de España, se sitúa en 315.692 millones de euros, lo que representa un descenso interanual equivalente a 1,1%.

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